El pasado mes de octubre, una empresa de Florida fue condenada a pagar $75.000 dólares a un empleado remoto que fue despedido por rehusar ser monitorizado de forma continua a través de su webcam. A pesar de que este profesional había cumplido con todas sus tareas correctamente, la empresa consideró que su renuncia a la monitorización era un motivo suficiente para su despido, algo que los juzgados
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