Quiero compartirles algunas historias que han sido un gran aporte inspiracional y motivacional en mi vida profesional, personal y, por supuesto, en mi vida como emprendedor. Se trata de hombres y mujeres que vivieron particulares situaciones, osadas, llenas de obstáculos, pero donde primaron los principios del éxito: el deseo, la fe, la perseverancia, la "educación", la determinación y muchos más que hemos estado compartiendo en varios artículos. Bueno, sin más preámbulos, las historias nos hablan por sí solas.
Escrito por Michael Cerda, autor del blog Gozo y Negocios.
1. Historia de Edwin C. Barnes y Thomas A. Edison
Edwin C. Barnes era un común y corriente empleado estadounidense, el cual ganaba algo así como 12 mil dólares al año. No obstante aquello, en él existía un deseo ardiente, apasionado, por convertirse en socio industrial del gran Thomas Alva Edison. Edwin tenía 2 grandes dificultades para llevar a cabo su sueño, primero, no conocía personalmente a Edison, y segundo, no tenía el dinero para costearse un boleto de tren hasta New Jersey, que es donde estaba el laboratorio de su preciado socio. Esas dificultades, créanme, eran lo suficientemente fuertes en aquella época (y hoy también) como para desanimar a la mayoría de los hombres a llevar a la práctica ese ardiente deseo. Afortunadamente para Barnes este no era un deseo común y corriente.
Se dieron las cosas, y Barnes llegó a la puerta del despacho de Alba Edison, y declaró consistentemente en aquel instante: ¡Vengo para constituirme como socio industrial suyo! Posteriormente el mismo Thomas indicó: Lo que se hallaba en pie ante mi en ese minuto tenía todo el aspecto de un vagabundo corriente, "pero había algo en la expresión de su rostro que daba la impresión de que estaba firmemente decidido a conseguir lo que buscaba". Le concedí la oportunidad que buscaba porque "vi que estaba decidido hasta alcanzar el éxito".
Los acontecimientos posteriores confirmaron efectivamente que no se había cometido errores en la decisión de ambos. Claramente no fue el aspecto el que le dió aquella oportunidad a Barnes, si no lo que tenía en su cabeza.
Barnes no fue desde luego socio industrial desde el primer minuto, se inició como trabajador de las oficinas del laboratorio ganando un salario "normal".
Pasaron los meses, aparentemente nada cambiaba en el exterior, pero en la mente de Barnes si sucedían cambios importantes, y era que su "deseo interno" se hacía cada vez más fuerte y real. Cabe señalar que Barnes una vez que se vió cerca de su sueño no pensó: "Bueno, ya estoy aquí, me siento cómodo. Creo que algún día cambiaré de opinión y me conformaré siendo un buen vendedor". Sino que se dijo a sí mismo: "vine aquí para ser socio industrial de Edison, y llegaré a serlo aunque muera en el intento".
Cuando llegó la oportunidad, llegó en forma diferente a la que esperaba Barnes. Y esto es así también hoy, la oportunidad tiene el hábito de llegar por la puerta trasera, parece disfrazarse de desgracia o derrota temporal. Tal vez esa sea la razón de por qué muchos se retiran de la carrera hacia sus sueños, porque no logran reconocer la oportunidad en su esencia.
Edison acababa de terminar un nuevo dispositivo para oficinas conocido como Máquina Dictadora Edison. Todos los vendedores habían perdido la esperanza de ventas de la máquina, no creían que se vendiera sin hacer grandísimos esfuerzos. Pero nuestro amigo Barnes fue la excepción, él sabía que se podía vender la máquina, y se lo transmitió al propio Edison. Vendió la máquina, y lo hizo con tanto éxito que Edison logró firmarle a Barnes un contrato para venderla por todo el país. Aparte de esta asociación comercial entre ambos, Barnes se hizo rico en dinero, pero también logró enseñarnos que realmente se puede "meditar y hacerse ricos".
2. Historia de un hombre que Abandonó demasiado pronto
Un hombre una vez se sintió fuertemente atraído por lo que fue la "fiebre del oro" en la época en que se había generado toda una "gripe" en el tema en los EE.UU. Este hombre partió hacia el Oeste simplemente con el objeto de excavar y hacerse rico. Luego de 3 semanas de dura labor, se encontró efectivamente con el mineral, no obstante, necesitaba maquinaria más sofisticada que una pala y una picota para extraerlo. Con toda la calma, cerró la excavación, regresó a su cuidad y comunicó a sus amigos y parientes lo que había hallado. Entre todos reunieron el dinero para comprar la maquinaria necesaria para llevar el mineral a la superficie, la cual llevaron por vía marítima. Este hombre volvió a la mina, reabrieron, y pudieron extraer la primera vagoneta del mineral que habían descubierto. No tardaron en enviarla a fundir. Inmediatamente quedó en evidencia que estaban en posesión de una de las minas más ricas de todo el Colorado. Bastaba sólo esperar unas cuantas vagonetas más. Aumentaron la profundidad de la extracción, con ello aumentaron las expectativas de los hombres que estaban allí y los inversores de la maquinaria, la familia, los amigos. Fue en aquel entonces en que sucedió algo inesperado, ¡la veta de oro había desaparecido! Así es, el oro ya no estaba allí. Comenzaron a desesperarse y a excavar con mayor ímpetu, pero los resultados fueron iguales, no obtuvieron éxito.
Finalmente decidieron abandonar la sociedad que habían conformado para tal faena, vendieron la máquina por unos cientos de dólares y retornaron a casa.
El hombre que compró la máquina una vez que escuchó la historia de los decepcionados asociados, decidió contratar a un ingeniero de minas para que estudiara aquella mina ya abandonada y llevara a cabo algunos cálculos. El ingeniero informó finalmente que la faena había fracasado porque sus propietarios no estaban en conocimiento de lo que son "las fallas geológicas". Sus cálculos demostraron que la veta de oro se había movido exactamente a un metro de distancia desde su origen ¡Y allí fue exactamente donde se hallaba la veta de nuevo!
Aquel hombre ganó millones de dólares con aquel descubrimiento, ya que tuvo la prudencia y la paciencia para solicitar consejo profesional "antes de tirar todo por la borda y abandonar".
3. Historia de Henry Ford y el motor V8
Cuando Mr. Ford decidió fabricar su famoso motor V8 pensó en construir un equipo en el que 8 cilindros trabajasen de manera simultánea, y eso fue lo que le transmitió a su staff de ingenieros. Éstos no tardaron en llevar a cabo los planos, sobre el papel brillaba la idea, pero todo el equipo de ingenieros parecieron ponerse de acuerdo para declarar que era prácticamente "imposible" fundir los 8 cilindros en un solo bloque.
Ford les dijo: "De todos modos, fabríquenlo"¡Pero si es imposible! afirmaron de nuevo los ingenieros. Ford sostuvo: "Adelante, y dedíquense a esa tarea hasta que logren el éxito, no importa cuanto tarden". Ante esto los ingenieros siguieron adelante, no tenían más remedio si querían seguir perteneciendo a la Ford. Pasaron 6 meses, y nada ocurrió. Los ingenieros probaron todo cuanto había por probar, pero no hacían más que encontrarse en cada oportunidad con la palabra "imposible". Al final del año Ford decidió reunirse con todos sus ingenieros nuevamente, y estos le informaron que "no había forma" de llevar a cabo tal deseo. "Aun así" les dijo Ford, les ruego que prosigan con sus esfuerzos. Quiero ese motor, y lo conseguiré. Los ingenieros obedecieron, y como si hubiese sido mágico, se descubrió el secreto. ¡La fuerte determinación por parte de Ford era más fuerte incluso que aquello que parecía imposible de crear para la época, y venció una vez más!
4. Quemaron sus naves
Hace muchos años un gran guerrero se enfrentó a una situación que precisó de una importante decisión que garantizara el éxito frente al enemigo. Estaba a punto de enviar a sus batallones contra un enemigo mayor. Embarco y llenó sus naves de soldados, llegando a las costas del enemigo. Ahí bajó a sus hombres, y procedió a incendiar sus barcas totalmente, y antes de entrar a la batalla les dijo con una fuerte determinación: "En este momento están mirando como arden nuestras naves. Eso significa que no podremos abandonar estas tierras vivos a menos que salgamos victoriosos. Ahora no hay más alternativas: Vencer o morir" Y vencieron, gracias a ese solemne acto de determinación y de renunciar a las opciones mediocres.
Cuando la oí por primera vez la historia del guerrero me dejó una particular enseñanza, ya que muchas veces uno se plantea sueños y por el hecho de tener "alternativas" a ese sueño solemos dejarlos de lado ante la primera dificultad. Un ejemplo claro sería: "Seré empresario" y luego de un fracaso o una derrota temporal declarar "Creo que esto no es lo mío, mejor conseguiré un empleo y viviré así de por vida, es lo más seguro y lo más estable, aunque viva para cumplir los sueños de otros". Lo correcto sería quemar las alternativas, "Si he decidido ser empresario en mi vida, aunque caiga y tenga que emplearme una vez más lo haré, pero sólo para levantarme y volver a emprender vuelo, venceré o moriré".
Estas cuatro breves historias nos muestran como actitudes como el (1) Deseo ardiente por ver nuestros sueños hecho realidad, (2) la paciencia, (3) la educación en las áreas en que nos desempeñamos, (4) el no abandonar nuestros objetivos ante la primera falla, (5) la obstinación (en el buen sentido), (6) la perseverancia, (7) el cerrarle el paso a las "opciones" y finalmente (7) aprender a reconocer la oportunidad cuando se presenta, esté disfrazada o llegue por la puerta trasera, son fundamentales e imprescindibles en nuestro camino hacia la cima. Si todos estos hombres hubiesen decidido ante la negativa del destino haberse dejado vencer por la derrota, claramente sus historias y nombres no habrían trascendido en los libros.
Esperamos que hayan sido de ayuda estas breves pero profundas historias, y que puedan adoptar en sus vidas las actitudes que estos hombre tomaron ante las situaciones que el destino les puso por delante. No olvides comentar si te han gustado, visitarnos en Facebook y seguirnos en Twitter. Dios les bendiga mucho!
Articulo escrito por Michael Cerda, un joven apasionado por los negocios y por emprendimiento. Puedes visitar su blog en gozoynegocios.blogspot.com